A David Cronenberg
nunca le han gustado los límites, las restricciones, las cadenas que coarten su
creatividad ni la de sus personajes. Figura recurrente de su cine es el hombre liberado
que cruza fronteras biológicas y experimenta, siempre en carne propia, las pesadillas
y las distorsiones agazapadas en su recóndito interior.
De todo eso trata Un método peligroso (A dangerous method, 2011), pero lo
hace, en esta ocasión, a través de la represión formal de los encuadres, de
impulso escultórico, que parecen aprisionar los bustos de sus protagonistas.
Aunque influya de manera inevitable el origen teatral de la pieza –escrita por el británico Christopher Hampton–, el predominio de los diálogos, de su nueva y
sorprendente capacidad de observación, anuncian que Cronenberg ha madurado, ha
envejecido –tiene ya 69 años– y ha cristalizado en un nuevo estilo sereno y
sobrio. Aquellos que esperaban al cineasta de películas como Scanners (1981) se han equivocado por completo de puerta a la que llamar.
Los grandes directores
son los que evolucionan a lo largo de su obra, como Ford, como Bergman, Rossellini o como
el más moderno Roman Polanski, actualmente en una fase muy similar a la de
Cronenberg, acusados ambos de clásicos o acomodados a causa de sus últimas obras.
Que el director canadiense haya madurado no significa que sus seguidores lo
hayan hecho a la par y así lo prueba la incomprensión causada por Un método peligroso y su aparente clasicismo estético. El giro en su cine podríamos situarlo desde Una historia de violencia (A history of violence, 2005), que
supuso ya una sorpresa tras la bisagra estilística que sería Spider (2002), un film enigmático, introspectivo, cuyo estilo acomete desde el interior de la forma las mutaciones del ser humano contemporáneo. Cronenberg ha decidido reforzar el sentido metafórico de sus ficciones
y exigir al público toda su concentración para extraer las conclusiones
enterradas bajo la superficie.
Yo diría incluso que
acceder a los niveles ocultos de Un
método peligroso requiere conocer las biografías de sus personajes, Sabina
Spielrein, Carl Gustav Jung y Sigmund Freud, creadores y principales teóricos
de la teoría del psicoanálisis que permitió acceder a las profundidades del
inconsciente humano. De las múltiples sugerencias sobre el tema que nos ofrece
Cronenberg, de aquellas grietas de la historia en que se pueden intuir otras
historias y otros misterios quizá mayores, prevalece en mi opinión la
sutilísima pintura de las dos guerras mundiales, tan oculta que carece de una
sola referencia a ellas. A poco que se examine, sin embargo, la película supone
un lúcido prólogo a los conflictos bélicos que azotarán Europa y a las
consecuencias que marcarán la ruta del fatídico siglo XX. Por ello la película, en
consecuencia, termina con los preámbulos inminentes de la Gran Guerra de 1914.
Carl Gustav Jung, de raza aria, de
vida acomodada gracias a los dineros de su esposa, mantuvo una relación como
mínimo resignada ante el ascenso del nazismo que predice en la última secuencia.
Freud, judío, se vio obligado a emigrar a tierras británicas y Spielrein,
también judía, fue asesinada por las SS en Rusia. Ese “riesgo” que corre Jung
cuando engaña a su mujer con la paciente rusa ilustra entonces el paso previo hacia
la oscuridad por venir. Jung descubre en sí mismo el placer de la dominación totalitaria, correspondido por Spielrein en su ansia de humillaciones físicas. Descubre en sí mismo una pulsión que puede desestabilizar su rol como miembro de la sociedad y, por eso al final derrotado, vencido desde las simas más profundas de su psicología, Jung ejecutará su ruptura con Spielrein, con una parte integral de sí mismo.
Tras la aparente
placidez del sanatorio, de las calles civilizadas y los interiores lujosos por
los que pasean los personajes, Un método
peligroso palpita repleta de intuiciones y vislumbres del auténtico horror
que surgirá de las profundidades de Europa. La estricta corrección analítica de
la puesta en escena colabora en beneficio de aquellos aspectos realmente
perturbadores del drama, siempre fluyendo en silencio, en sombra y por debajo de las
apariencias. Cronenberg no trata de abarcar en ella un desarrollo histórico a
posteriori, sino solo apuntar el resquicio por el que pudo empezar la tragedia.
A dangerous method. Director: David Cronenberg. Guionista: David Cronenberg, basado en la obra de Christopher Hampton. Intérpretes: Michael Fassbender, Keira Knightley, Viggo Mortensen, Vincent Cassel. 93 minutos. Canadá/Reino Unido/Alemania/Suiza, 2011.
A dangerous method. Director: David Cronenberg. Guionista: David Cronenberg, basado en la obra de Christopher Hampton. Intérpretes: Michael Fassbender, Keira Knightley, Viggo Mortensen, Vincent Cassel. 93 minutos. Canadá/Reino Unido/Alemania/Suiza, 2011.
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