martes, 25 de septiembre de 2012

El atractivo de las curvas




En cuestiones de cine, el trayecto en línea recta será siempre el más corto pero también el más aburrido. ¿Acaso no es el propio ejercicio artístico un rodeo respecto a la vida real? Se exige, pues, reivindicar con urgencia el atractivo de las curvas, los requiebros, los derrapes e incluso los retrocesos que son inevitables en cualquier existencia humana. Aprendamos de los errores o, en todo caso, aprendamos a sobrellevarlos como hacen los protagonistas de Tournee, la película dirigida por Mathieu Amalric que salió triunfadora del Festival de Cannes de 2010 con el Premio al Mejor Director y el Premio FIPRESCI. 

Sinuosas curvas y constantes repliegues recorren los cuerpos de una troupe de New Burlesque norteamericana a través de una Francia espectral. Siempre con prisa y con retraso, cargadas de maletas en tren, autobús, en coche o como turistas junto a las orillas del Sena, para actuar en teatros oscuros de públicos camuflados entre los asientos y las sombras. Si aparenta esta Tournee una superficie familiar, reconocible en sus primeros pasos, es porque encubre en su fondo un mensaje igual de familiar, epidérmico, de vitalista filosofía atrapada en las palabras de su última escena. “Keep movin’, that is all about” (seguir en movimiento, de eso se trata) como reconoce uno de los personajes secundarios de la troupe.

El único mandato del viaje es el camino. Por arduo que se arranque en los resquicios nocturnos de la geografía francesa. A pesar de los vaivenes físicos y emocionales que recorre el personaje protagonista, ese mánager desarrapado que tropieza en su atragantado regreso al hogar imposible. Tras su rostro se vislumbra un mundo de perfiles agrestes, de crueldad manifestada en episodios tan duros como la humillación a las puertas del teatro o el reencuentro enfermo en la habitación de hospital. Movimientos en falso, rechazos y sombras que les acechan y les persiguen.


Recuerda la película de Amalric al trabajo de John Cassavetes en El asesinato de un corredor de apuestas chino (The killing of a Chinese bookie, 1976), obra mayor con un tema grave como la muerte, pero similar en su retrato de unos artistas decadentes que se agarran a la supervivencia del aplauso tibio, del aplauso reconfortante por ser como son. Conjuga como ella una estética heredada del cabaret y el burlesque, de colores amalgamados y extravagantes bajo el claroscuro de los focos. Sordidez y sensualidad que conviven en un mismo cuerpo. Su cara más negra, de hecho, comparte madre con su vertiente recreativa, dualidad que se decide en el tercio final a favor de la segunda, cuando el extrañamiento inicial de sus protagonistas desemboca en la creación de una familia itinerante de lo más acogedora. 

La road movie como género tiene hoy una indeleble huella norteamericana, quizás no científica, pero seguro sentimental para las generaciones actuales. Amalric no rehúye de esa herencia ni mucho menos la desafía. Al contrario, construye en Tournee un cálido homenaje al encuentro de dos culturas irreconciliables durante los últimos años. De la energía, del vitalismo que exuda su escandalosa troupe surge un remanente de buen humor que acaba por contagiar a sus imágenes descentradas, nerviosas, condenadamente vivas.


Se diría que, a fin de cuentas, Amalric ha rodado lo que ha querido. Frente a un cine europeo trascendente, a veces impostado, a gusto de los festivales de autor, merece detenerse un segundo en esta película como vía alternativa de regreso a un relato elemental de mensaje redentor. Al igual que los personajes descargan sus traumas y cierran sus heridas a lo largo del viaje, Amalric se sacude los fantasmas en una película fresca, plenamente disfrutable tras su huraña superficie. Se ha reservado el personaje que siempre quiso interpretar. Se ha rodeado de generosas mujeres que llenan la pantalla con sus irreverentes números. Y ha elegido para nosotros un repertorio de momentos que amenizan este viaje de claroscuros y confortables derrotas. Un show que sube y baja el telón al ritmo de los espídicos The Sonics y su mensaje claro: Have love, will travel.

Tournee. Director: Mathieu Amalric. Guionistas: Mathieu Amalric, Marcello Novais Teles y Philippe di Folco. Intérpretes: Mathieu Amalric, Miranda Colclasure, Suzanne Ramsey, Anne Benoit, Julie Atlas Muz. 111 minutos. Francia, 2010. 

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