domingo, 30 de septiembre de 2012

Amores de juventud




Los edificios son construcciones humanas que conservan y ordenan la memoria de un pueblo. Como el cine, podríamos afirmar.

En Un amour de jeunesse (2011), la tercera película de Mia Hansen-Love -directora francesa de tan solo treinta y un años-, la chica protagonista encuentra en el aprendizaje de la arquitectura la herramienta que otorga sentido a su vida. No es tan solo una vocación adolescente sino un arma que parcela, compartimenta, clasifica y estructura el caos de sus sentimientos en el tránsito por las brumas de la pubertad. A través del arte, del arte práctico y necesario, del arte útil, la película nos permite seguir el proceso de madurez de un personaje que sana sus heridas mediante el ejercicio artístico.


Mia Hansen-Love demuestra en su tercera obra ser una directora tan cerebral como intuitiva, que se deja arrastrar por las imágenes sin perder la consciencia del viaje. La vida está hecha de azares y procesos, pero rara vez reconocemos estos hasta que se completan. Un amour de jeunesse resulta mucho más que un testimonio del primer amor posesivo y del sentimiento de plenitud romántica, tan francés, por cierto. Es una película autobiográfica en la que el montaje enlaza escenas, paisajes, cuerpos, miradas arrancadas a tirones del tiempo y reordenadas por la memoria de la directora en una construcción arquitectónica que nos permite revivirlas y examinarlas desde la distancia necesaria.

Al igual que un edificio de innumerables habitaciones, la película supera el límite geográfico del autor y autoriza al público, de forma individual, a otorgar su propio sentido al fluir de esas imágenes. En este paseo por la memoria reconstruida es posible entrar y salir de las habitaciones, detenerse en algunas preferidas o recrearse en la fantasía de sus vanos ocasionales. La película comienza con dos personajes incompletos y termina con uno solo pero ya formado, concluido, con rasgos de ambos y de ninguno. Sobre la historia de un primer amor herido surge una reflexión sobre la individualidad y la soledad como necesaria afirmación de uno mismo.

Un amour de jeunesse. Directora y guionista: Mia Hansen-Love. Intérpretes: Lola Créton, Sebastian Urzendowsky, Magne-Havard Brekke, Valérie Bonneton. 110 minutos. Francia/Alemania, 2011. 





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