Se
aproxima entre ávidos rumores el último film del cineasta Neil Jordan –Byzantium (2012), que va a suponer su
regreso a los círculos vampíricos– y recuerda uno que su anterior obra
–exceptuando, entremedias, la serie televisiva Los Borgia (2011-2012)– aún permanece inédita en salas españolas
así como en el socorrido formato doméstico. Ondine (2009), de hecho, apenas se ha visto en el extranjero
y menos aún se ha valorado pues, en nuestra opinión, oculta una
joya de discreta valía, una película pequeña como aquellos divertimentos irlandeses del maestro Ford, pero que reafirma a Neil Jordan en uno de los grandes narradores de historias
de los últimos años, un maestro del lenguaje cinematográfico y de los múltiples
códigos que conforman su capacidad textual.
Ondine propone un
argumento sencillo bajo el que Jordan hila, con silenciosa armonía, dos dimensiones semánticamente ambiguas; un cuento fantástico de inspiración celta y un drama de severo realismo en torno a sus temas
recurrentes, a saber: el lado irracional de la existencia, la redención, la
identidad, la pérdida, el escepticismo o la fe, la naturaleza, en fin, del ser
humano sometido a unos designios impenetrables que actúan sobre él. Pero la
habilidad insólita del cineasta estriba en reunir ambas líneas narrativas
-la realidad y la fantasía- dentro del mismo plano, yuxtapuestas en la imagen mediante la capacidad icónica
del séptimo arte. Ondine flota y
zozobra durante sus dos horas como el barco del protagonista; atrayente y
misteriosa, fantástica y sucia y abierta al juicio del espectador que debe
decidir, en paralelo a sus personajes, si cree o reniega, si confía o teme, si considera
que una persona puede cambiar su suerte sin la intercesión de los dioses, cuando esta se lo propone.
En
la primera secuencia del film, la dimensión de lo real colisiona con una brecha fantástica
sin solución de continuidad. Lo extraordinario que desordena y revuelve los
límites de la realidad se convierte así en una lectura posible sobre los mismos
sucesos objetivos. Desde el primer minuto de la película el narrador nos atrapa
en su red de misterios y desarreglos perceptivos.
Ondine. Director y guionista: Neil Jordan. Intérpretes: Colin Farrell, Alicja
Bachleda-Curus, Stephen Rea, Tony Curran, Dervla Kirwan. 111 minutos. Estados
Unidos/Irlanda, 2009.
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