Los
edificios son construcciones humanas que conservan y ordenan la memoria de un
pueblo. Como el cine, podríamos afirmar.
En
Un amour de jeunesse (2011), la tercera película de Mia
Hansen-Love -directora francesa de tan solo treinta y un años-, la chica
protagonista encuentra en el aprendizaje de la arquitectura la herramienta que otorga
sentido a su vida. No es tan solo una vocación adolescente sino un arma que
parcela, compartimenta, clasifica y estructura el caos de sus sentimientos en el tránsito por las brumas de la pubertad. A través del arte, del arte práctico y necesario,
del arte útil, la película nos permite seguir el proceso de madurez de un
personaje que sana sus heridas mediante el ejercicio artístico.
Mia
Hansen-Love demuestra en su tercera obra ser una directora tan cerebral como intuitiva, que se
deja arrastrar por las imágenes sin perder la consciencia del viaje. La vida
está hecha de azares y procesos, pero rara vez reconocemos estos hasta que se
completan. Un amour de jeunesse resulta mucho más que un testimonio
del primer amor posesivo y del sentimiento de plenitud romántica, tan francés,
por cierto. Es una película autobiográfica en la que el montaje enlaza escenas, paisajes, cuerpos, miradas
arrancadas a tirones del tiempo y reordenadas por la memoria de la directora en una construcción arquitectónica que nos permite revivirlas y examinarlas desde la distancia necesaria.
Al
igual que un edificio de innumerables habitaciones, la película supera el
límite geográfico del autor y autoriza al público, de forma individual, a otorgar
su propio sentido al fluir de esas imágenes. En este paseo por la memoria
reconstruida es posible entrar y salir de las habitaciones, detenerse en algunas preferidas o recrearse en la fantasía de sus vanos ocasionales. La película comienza con dos personajes incompletos y
termina con uno solo pero ya formado, concluido, con rasgos de ambos y de
ninguno. Sobre la historia de un primer amor herido surge una reflexión sobre
la individualidad y la soledad como necesaria afirmación de uno mismo.
Un amour de jeunesse. Directora y guionista: Mia Hansen-Love. Intérpretes: Lola Créton, Sebastian Urzendowsky, Magne-Havard Brekke, Valérie Bonneton. 110 minutos. Francia/Alemania, 2011.
Un amour de jeunesse. Directora y guionista: Mia Hansen-Love. Intérpretes: Lola Créton, Sebastian Urzendowsky, Magne-Havard Brekke, Valérie Bonneton. 110 minutos. Francia/Alemania, 2011.
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