sábado, 8 de diciembre de 2012

El círculo vicioso





En efecto, es un círculo vicioso, algo masoquista, lo de las películas españolas sobre la guerra civil, o sobre la posguerra para ser justos con Imanol Uribe. Por un lado las críticas y los desprecios del público ante la enésima versión del mismo conflicto. Enfrente, los comentarios victimistas de sus responsables contra esos espectadores ignorantes de su propia historia. Aparte la derecha, por supuesto, igual que siempre, inconmovible. Tópicos y más tópicos desde sendas aceras para que nadie hable, a fin de cuentas, de la película como tal. Se diría que olvidan, en el fragor de la disputa, que el cine es un medio artístico y que debe regirse estrictamente por sus valores artísticos, que tampoco es lo mismo que regirse por sus valores estrictamente artísticos. Las imágenes de un film son la única base para su ataque o defensa, y las de Miel de naranjas (Imanol Uribe, 2012) son frías, distantes, carecen de relieve, están atrapadas en la horizontalidad de su formato. Ni poseen una tensión feminista como en Las 13 rosas (Emilio Martínez Lazaro, 2007), ni el poso de turbiedad de Pa negre (Agustí Villaronga, 2010) ni mucho menos la personalidad icónica de Balada triste de trompeta (Álex de la Iglesia, 2010) o El laberinto del fauno (Guillermo del Toro, 2006).

Ha tratado Imanol Uribe de retratar la posguerra de los años cincuenta en una película clásica de espionaje con buenos, malos, agentes dobles y chicas peligrosas. Partiendo de nuestra historia como simple contexto, ha querido realizar un entretenimiento inspirado por dos referencias que, lamentablemente, hace muchos años que expiraron. La primera es, por redundancia, el cine de guerra civil al uso. La segunda es el cine negro norteamericano, en concreto el de posguerra contemporáneo al relato. Claros, sombras y sombreros de ala ancha, humo de cigarros en labios de mujer. Vagos modelos visuales que incorporan a la película el maniqueísmo propio del género, lo que menos le conviene a Miel de naranjas. Con esas circunstancias, Uribe acaba por repetir el esquema dual de vencedores y vencidos olvidándose de camino las arrugas, los pliegues que convienen al cine de posguerra, al cine negro moderno y a cualquier película que se precie como tal.

Pero resulta que el guion de Miel de naranjas fue merecedor del Premio Julio Alejandro de la SGAE, el mejor dotado de los guionistas latinoamericanos. Aparte de su clasicismo narrativo, a veces exasperante por lo aséptico de la gran mayoría de las secuencias, el relato tiene el giro de guion más imposible y, al mismo tiempo, más previsible que uno pueda recordar. Un giro que convierte a la película en versión castiza de Mr. and Mrs. Smith (Doug Liman, 2005) y que sospecho que ya sería inverosímil sobre el papel, aunque no tanto como narrado por la inexpresiva puesta en escena de Uribe. Lamentablemente, esto es lo que ambicionan las cabezas pensantes del cine español, según parece. Una tenue historia de amor, una pizca de intriga y un entorno y una situación política exóticos. Es el material que se premia, o al menos el que se escribe o, en todo caso, el que se produce, ya que tras la película está Enrique González Macho, el actual director de la Academia de Cine.

Esto de las películas españolas sobre la posguerra es un círculo vicioso, un verdadero coñazo. De nada vale argüir prejuicios del público para rechazar sus películas. Si no hay espectadores que acudan a verlas ¿para quiénes se hacen? Si la industria española niega la existencia de un lugar común ¿por qué se premian y se fomentan? Comparemos Miel de naranjas con El libro negro (Zwartboek, 2006), la magnífica película de Paul Verhoeven sobre un argumento muy similar: peligro, violencia, sexo y provocación contra clasicismo televisivo, decorados de cartón piedra y rostros sin carisma alguno. Planteémonos entonces que el error del sistema no sea el tema de partida. Ya que las variaciones de perspectiva no han cambiado la recepción de estas obras, quizá deberíamos cambiar ya las formas, la estructura de ese género para ver si, por casualidad, varían así los temas. Y entonces surge algo original.

Miel de naranjas. Director: Imanol Uribe. Guionista: Remedios Crespo Casado. Intérpretes: Iban Garate, Karra Elejalde, Blanca Suárez, Eduard Fernández, Carlos Santos. 100 minutos. España, 2012.


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