viernes, 26 de octubre de 2012

En el país de la violencia




artículo publicado originalmente el 26-06-2012 (http://blogs.elcomercio.es/viajesaningunaparte/2012/06/26/en-el-pais-de-la-violencia/)
 
Miss Bala (2011) es una película fallida. Así lo han señalado la mayor parte de los críticos tras su breve paso por salas españolas. A primera vista, su trama de traficantes y policías fronterizos es tan confusa que resulta imposible seguirla en un solo visionado. En el piso inferior se encuentran, además, fallos de guion considerables, como la elisión de personajes importantes –me refiero a la amiga de la chica, para quienes la hayan visto–, las reacciones insólitas de algunos de ellos o el simple capricho argumental que, definitivamente, obligan a replantearse las desventuras de esta aspirante a reina de la belleza cuya vida cambia tras un tiroteo nocturno en el que será secuestrada por unos mercenarios; irrumpiendo, como la pequeña Alicia, en el país de las maravillas y la violencia estructural.


Se convierte así Miss Bala en un caso realmente curioso, ya que los errores del guion y la dirección propician un cambio en los términos de su contrato con el público. Queda descartada como thriller de suspense de corte realista y se convierte, por lo tanto, en una película de terror, un film paranoico, histérico, la aventura kafkiana de una miss en un rodeo de situaciones imprevistas de fascinante sordidez. Bajo la sombra tenebrosa del mejor David Lynch, Miss Bala supone un disfrutable viaje a los infiernos de la corrupción y las falsas apariencias; generosa en sangre, sed, sexo y atmósferas turbias.

Una película gratuita, incomprensible, amenazadora. Su director Gerardo Naranjo ya nos había maravillado hace quince años con su cortometraje Perro negro, que comparte con Miss Bala su clima de espera prolongada, su clima de muerte, tan mexicano. Basta el rostro en primer plano de Stephanie Sigman para trenzar la sugerencia siniestra. Rostros, silencios tensos, ásperos claroscuros: utilizados los tres en la violación a bordo del coche, que ilustra perfectamente la fuerza narrativa de Naranjo, resuelta con una sola palabra –un aterrador encuérate–, con un tempo prolongado hasta la extenuación, un tibio travelling desde el interior del 4×4 hacia la chica y otro semejante desde el exterior, que solo permite entrever las sombras en la ventanilla del coche; la borrosa superficie de una pesadilla interminable.


Sería del todo imposible rastrear en Miss Bala los senderos que transita la violencia, cuál es su origen y cuál su propósito. El horror aguarda en cada esquina en forma de secuestros, asesinatos o tiroteos. Y especialmente para las mujeres. Un apacible plano de un hombre izando una cuerda se convierte, a través de una grúa ascendente, en la exposición pública de un cadáver. Un descampado es el escenario perfecto para una irracional emboscada de la DEA, que agrede de nuevo a la protagonista en su camino de regreso a casa, víctima una y otra vez de la brutalidad más pueril. Incluso un viaje en carretera, a la vera de un peaje, puede transformarse en una batalla frenética entre bandas, cuya abstracta barbarie parece, por momentos, trasladarnos a un mundo paralelo, extraño, regido por normas desconocidas como las que rigen los recovecos de la propia Miss Bala. Muy recomendable para un viaje de ida y vuelta.

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